Armado Sosa Fortuny e Humberto Real Suárez, , no olvidamos su valor .libertad ya .

– Humberto Real Suárez es otro de los hombres que desembarcó la noche del 15 de octubre de 1994 por las costas de Caibarién, junto a Armado Sosa Fortuny.

Hoy extingue una condena de 30 años de privación de libertad en la prisión de máximo rigor “Kilo 8”, en Camagüey.

El grupo de 7 hombres bajo el mando de Sosa Fortuny había zarpado de Cayo Tavernier, en la Florida. Pertenecían al Partido Unidad Nacional Democrática (PUND); no obstante, el entrenamiento militar que habían recibido era mínimo, casi no se conocían entre sí; y eran inferiores en número y pertrechos militares al ejército que pretendían combatir llegando a la Isla.

Han pasado 19 años desde la noche en que el disparo accidental del fusil de Real Suárez costara la vida a un hombre, y frustrara los planes del comando de crear un frente guerrillero en las lomas del Escambray.

Real Suárez nunca se ha retractado de sus acciones, pero lamenta que un hombre haya muerto, por lo que él mismo designa el hecho como su imprudencia:

“Vine aquí a pelear contra el ejército del gobierno, no a matar a ningún civil. La muerte de ese hombre fue un accidente. Pero las razones que me hicieron regresar a Cuba, dispuesto a la insurrección armada, continúan vigentes”, expresa en entrevista telefónica para Cubanet.

Luego de 1 año y medio de torturas sicológicas en Villa Marista, fue juzgado, en 1996, y condenado a muerte. Contaba entonces con 26 años de edad.

Abogados independientes de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, tras analizar el expediente de la fiscalía, concluyeron que no hubo evidencia suficiente para responsabilizar a Real Suárez por dicha muerte, e hicieron un llamado a las organizaciones de derechos humanos para que intercedieran ante el gobierno de Castro por su vida.

La presión ejercida por el reclamo de sus padres -Graciela Suárez y Humberto Real-, pidiendo apoyo internacional para conseguir preservar su vida, junto al trabajo de organizaciones de derechos humanos y el pronunciamiento de reconocidos intelectuales, como Mario Vargas Llosa, consiguieron que Real Suárez no fuera ejecutado. En diciembre de 2010 le fue conmutada la sentencia inicial por 30 años de cárcel.

En el documento donde se dictó sentencia en 2010, vuelve a  constar que entre las armas ocupadas no se encontraron explosivos.  Eso no quitó que estuviera en la descripción fiscal de los supuestos fines -sin prueba alguna-, “realizar acciones violentas contra centros de enseñanza e instalaciones públicas”.

Por otro lado, hay varios párrafos dedicados a describir a los acusados como elementos antisociales, imitando la propaganda que realizaba el gobierno español contra los mambises -en los comienzos de la Guerra de los 10 Años-, presentándolos ante el pueblo cubano de la época como “salteadores de caminos”. Y más tarde -en la década del 60 del pasado siglo-, contra los rebeldes a la autocracia castrista, llamando, al exterminio de miles de cubanos alzados en las montanas del Escambray, “lucha contra bandidos”.

Exigiendo un trato digno

Humberto Real Suárez (archivo de familia)

Humberto Real Suárez (archivo de familia)

Durante los 16 años que estuvo condenado a muerte, confinado en una celda de aislamiento, la única exigencia de Real Suárez a sus carceleros – en todas las huelgas de hambre que realizó en ese periodo-, fue su derecho a ir al paredón de fusilamiento vestido con la misma ropa de militar con que arribó a Cuba.

Al preguntarle cómo soportó tantos años con una condena a muerte pesándole en la cabeza, Real Suárez responde que la fe en Dios le permitió vivir esos 16 años sin temor a la ejecución.

Hoy su vida transcurre en una celda de la prisión Kilo 8, pero comparte la jornada con otros presos. A las 6 de la mañana, los guardias abren la reja y permiten caminar por un pasillo de 40 metros, hasta las 6 de la tarde. Cada día, el recluso tiene derecho a una hora de sol en el patio de la prisión.

Recientemente, los padres de Humberto Real Suárez lanzaron una nueva petición pública. Esta vez ante el Arzobispado de la Habana, rogando al Cardenal Jaime Ortega Alamino que gestionara el traslado de su hijo para una cárcel en la provincia de Matanzas, ya que se les dificulta mucho el traslado a la provincia de Camagüey, dada las difíciles condiciones de la transportación en Cuba y las avanzadas edades de ambos. Graciela Suárez y Humberto Real tienen como único sentido de sus vidas aliviar las penurias carcelarias de su hijo, a través de las visitas familiares, que han mantenido en estos 19 años.

El padre de Humberto Real, entrevistado también por Cubanet, cuenta que cuando vio a su hijo por primera vez, después del juicio de 1996, solo atinó a decirle: “Aquí está tu padre”. Graciela, la madre, dice que nunca más ha podido dormir una noche entera.

La justicia en Cuba mira para donde conviene

El discurso que sirvió de coartada ideológica al tribunal que condenó -en 1996 y 2010- a Real Suárez, es un discurso de extrema violencia, ejemplificada entre otras en la consigna de Socialismo o Muerte.

El 13 de julio de 1994 (el mismo año del fallido desembarco), morían en alta mar, por el hundimiento deliberado del Remolcador 13 de Marzo, 41 personas. Algunos eran niños. La responsabilidad por dichas muertes nunca fue asumida por el gobierno, que en vez de presentar a los culpables, respondió a las protestas populares conocidas como El Maleconazo (5 agosto de 1994), con mas represión. Luego, se justificó, ante la opinión pública nacional y extranjera, con propaganda ideológica ininterrumpida en todos los medios de difusión, maniobra que se conoce como La Batalla de Ideas.

Humberto Real Suárez y sus compañeros no fueron juzgados con todas las garantías procesales, pero ninguno ha pedido clemencia. Continúan sosteniendo -como tantos dentro y fuera de la Isla-, los sueños de libertad y derechos humanos para todos los cubanos.

Acerca de con el machete en la mano.

por la libertad de cuba , en contra de las dictaduras .
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